julio 01, 2009

Video- Galería de fotos


Música: Pajarillo con bulería de Huáscar Barradas
Edición de video: Katty Rubesz

El canto...



Edición de video: Katty Rubesz

Maroa...Una niña de la calle


Video extraído del film "Maroa"
Dirección: Solveig Hoogesteijn
2.004

Edición de video: Katty Rubesz
Música insertada para edición: "Bolèro" de Ravel y "O clarinete gostoso" (Samba brasileña)

Barranca abajo de Florencio Sánchez

Compañía Nacional de Teatro y Teatrela

Norma Monasterios y Virginia Urdaneta


Emily Mena, Mariela Reyes y Norma Monasterios


Norma Monasterios, Germán Mendieta y Virginia Urdaneta


Fotos de Nicola Rocco

Barranca abajo (Crítica)

No es frecuente encontrar en los escenarios venezolanos cualquier tipo de teatro sobre la sufrida y compleja vida de los agricultores y ganaderos. El campesinado como tal no existe en la escena. No se montan los pocos textos que sobre ese tópico existen y por lo tanto no se conoce reflexión alguna. Las obras de César Rengifo no se remontan o ni siquiera se analizan. Como tampoco se exhiben piezas sobre el ámbito petrolero. Sigue la escena criolla sin reflejar aspectos vitales de su sociedad. Aunque sí hay muy muchos espectáculos citadinos o urbanos. Somos, pues, un conglomerado extraño, único en este continente. Una rara sociedad de campamento minero, petrolero en este caso, como ya lo había advertido, sabiamente, José Ignacio Cabrujas.

Pero de vez en cuando hay cambios en el menú teatral y es por eso que, en silencio, sin mucha repercusión mediática, pero con una contundente participación del público para el que se trabaja, se realiza una temporada de Barranca abajo, pieza del uruguayo Florencio Sánchez, correctamente versionada por Elio Palencia, bien dirigida por Costa Palamides, y coproducida por la Compañía Nacional de Teatro (CNT) y el grupo Teatro Latinoamericano (Teatrela).

La CNT y el Teatrela coincidieron en un patriótico –y nunca antes este término tuvo tanta significación- compromiso de llevar a escena las grandes obras del teatro latinoamericano y vincularlas a la cultura y tradiciones del llano venezolano a través de la adaptación del dramaturgo Palencia, quien sí logra crear un eje dramático que suma los pesares campesinos de la gran patria grande latinoamericana y los identifica con la esencialidad de nuestro llano, crisol continuo de la venezolanidad.

Barranco abajo (1905), que es considerada como una de las joyas del teatro realista latinoamericano y la cual se estará presentando hasta el 13 de julio en el Teatro San Martín de Caracas, desmenuza a través de tres actos el “éxodo” de una familia rural, sus demonios internos y, por supuesto, su trágico devenir a consecuencia de la explotación, los engaños de los latifundistas y las enfermedades.Se trata del retrato de una gama de personajes “sin tierra” que son tocados por las manías de los latifundistas, quienes resisten a los malos tratos y a la humillación, aunque las mujeres luchan desesperadamente para no ser subyugadas por el artificio del amor y del ineludible llamado de la especie. Mientras, que don Zoilo advierte la catástrofe de lo que se les viene encima y al final se ahorca para no ser humillado por los gamonales o los dueños de la tierra y el ganado. Al mismo tiempo, su hija, su esposa y la díscola hermana se adhieren al amo de la región.

No es Barranca abajo un panfleto. Es todo lo contrario: es un teatro político incendiario que reivindica al campesinado latinoamericano, al trabajador de la tierra que no puede tener su vivienda ni su parcela propias, porque son desplazados y prácticamente esclavizados por los terratenientes entregados a lo que califican “agroindustria”.Todavía en este subcontinente hay situaciones similares o peores de las que plasma este espectáculo teatral. Hay que reconocer que la versión logra una especie de impactante álbum de fotografías del campo en movimiento, con un lenguaje tosco pero humano, desnudado de artificios teatrales pero plenos de habilidad dramática que escala hasta sus últimas consecuencias. Hay que reconocer que los localismos no le quitan universalidad al espectáculo, ya que los personajes poseen una identidad y un desarrollo tan rico en emociones y postulados que confieren a la pieza la calidad de obra emblemática del realismo del siglo XX, como ha comentado el profesor Orlando Rodríguez.

El director Palamides se deslastra de los tradicionales costumbrismos de las obras sobre el llano y muestra a unos personajes sumidos en medio de unas atmósferas variables y creadas con mínimos recursos escenográficos. Es sin lugar a dudas una puesta en escena esclarecedora de lo que escribió Florencio Sánchez (1875-1910), que ahora ha sido actualizado y venezolanizado por el criollo Palencia.

Las actuaciones entre la corrección profesional y la excelencia, como lo demuestran Norma Monasterios y Germán Mendieta. Apuntalados por la correcta colaboración de gente como Virginia Urdaneta, Nirma Prieto, William Escalante: José Gregorio Martínez, Emily Mena y Mariela Reyes. Usando el vestuario y la escenografia creadas por Elizabeth Suárez y Rafael Sequera. Y todo eso dentro del sólido concepto de producción que realizaron Coco Seijas y Juan Carlos Azuaje.

Hay, pues, una perfecta comunión entre el texto teatral, la puesta y las caracterizaciones, para llegar a un producto teatral digno y aleccionador para el público venezolano, que podrá verlo, gratuitamente, viernes y sábado a la 8:00 pm. y domingo a la 6:00 pm.
Edgar Moreno-Uribe

Crítica de Luis Alberto Rosas - Barranca abajo

 


lunes 18 de agosto de 2008

Entre los meses de junio y julio se estuvo presentado en la Sala Teatro San Martín de Caracas, la versión venezolana, escrita por Elio Palencia, de la pieza original del uruguayo Florencio Sánchez, Barranca abajo, una coproducción de la Compañía Nacional de Teatro y El Grupo Teatro de Repertorio Latino Americano (TEATRELA) a la par que en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, se mostraba Penitentes, original del exitoso dramaturgo venezolano y que durante este mes de agosto vuelve en segunda temporada luego de perturbar al público caraqueño con su peculiar temática.

Una vuelta al teatro realista 
Barranca abajo, representa para Latinoamérica, uno de esos textos clásicos de nuestra dramaturgia, que se toman como referencia obligada cuando hay que hablar de teatro en este lado del mundo. Su autor, Florencio Sánchez, la concibió en 1905, hoy después de ciento tres años de escrita, aún impacta por su gran contenido social. Y no puede ser de otra forma, cuando estamos frente a un clásico, por eso los llamamos de esa manera, siempre están vigentes. 


                          

Escuchar el texto (remozado y adaptado por la inteligente pluma de Elio Palencia) Es estar frente a los conflictos eternos que nuestros países han sufrido desde su emancipación. La justicia territorial, la justicia e igualdad social, la opresión, la supervivencia del más apto y la supremacía de ricos sobre pobres. Hoy en día las cosas no han cambiado, seguimos transitando el mismo camino y la situación por la que pasa el protagonista de Barranca abajo, seguro la está viviendo cualquiera de nuestros campesinos en algún poblado remoto de nuestras regiones.

Don Zoilo, debe evitar que su familia se desmorone por la pérdida de sus tierras a mano de terratenientes inescrupulosos, además de luchar por la pugna interna familiar y los enfrentamientos que lo primero ocasiona. Todo parece estar confabulado para que Zoilo fracase y así sucede, inevitablemente, la desesperación y la depresión le ganan el juego y le vencen para terminar con su vida, solo, abandonado y triste. 

El director, Costa Palamides, consigue en esta puesta dibujar sin espectacularidad pero con destreza, el cuadro realista (al estilo Rengifo) de una manera extraordinaria, su veteranía y madurez como puestista le hace utilizar sus recursos intuitivos de director y su técnica conocida para recrearnos el oído y la vista con imágenes contundentes, sabe conducir a sus actores y logra inteligentemente no traspasar la línea delgada del drama al melodrama, que es lo riesgoso de este tipo de textos. 

Gracias al casting que lo acompaña, Palamides, logra hilar fino, entregando una lectura de Barranca abajo, auténtica, sincera, donde el espectador disfruta de convincentes y sólidas caracterizaciones de la mano de: las primeras actrices, Virginia Urdaneta y Nirma Prieto; el encanto y talento de Norma Monasterios, quien en este papel se crece como la maléfica cuñada que lleva las situaciones al borde del abismo; William Escalante y José Gregorio Martínez, duchos en su oficio y las jóvenes: Emily Mena y Mariela Reyes, como las hijas de Zoilo. Definitivamente un elenco que supo amalgamarse de manera perfecta para junto a su director llevar el mensaje deseado.

Un punto a su favor se apunta la Compañía Nacional de Teatro (transformada en coproductora de espectáculos a nivel nacional, en alianzas con distintos grupos) con Barranca abajo, gracias a la solidez del trabajo que por más de 20 años viene realizando TEATRELA. Era necesario y justo que después de tanto probar dieran en el blanco con una alianza estratégica muy eficaz, y no podría esperarse otro resultado cuando se cobija bajo la buena sombra que puede brindar un colectivo teatral tan profesional y serio como TEATRELA, que junto a una esmerada producción de Cocó Seijas y Juan Carlos Azuaje, colocan la guinda al helado, para demostrar que sí se puede producir con calidad y profesionalismo sobre nuestras tablas.